México, DF. 30 de junio de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- La delgada capa de material que cubre la tierra, es decir, los suelos, alberga y da sustento a la biodiversidad del planeta, la cual constituye nuestro capital natural porque es de lo que vivimos, señaló en entrevista el doctor en Ecología José Sarukhán.
Todos los tipos de suelo son vitales para el sostenimiento de las especies, organismos y microorganismos que habitan la Tierra; de ahí la importancia de su conocimiento, cuidado, conservación y sobre todo de su sostenibilidad, a través de la cual se fortalece el bienestar social, ecológico, ambiental y económico del planeta.
Por lo anterior, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró al 2015 como el Año Internacional de los Suelos y al 5 de diciembre como el Día Mundial del Suelo, aunque otras fuentes no oficiales también designan al 22 de junio como el Día Mundial del Suelo y la Tierra Fértil.
Tipos de suelos
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Dra. Helena Cotler Ávalos
Conforme a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), dadas sus muy diferentes propiedades, existe un número infinito de posibles tipos de suelo. No obstante, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México se encuentra el 87 por ciento de los tipos de suelo que hay en el orbe.
“De los 28 o 30 grandes tipos de suelo en el mundo, México tiene 25”, afirmaron durante la 5a Semana de la Diversidad Biológica la doctora en Ciencias Agronómicas Helena Cotler Ávalos, perteneciente al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con el nivel I, y el doctor en Ecología Arcadio Monroy Ata, exbecario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Existen suelos agrícolas, ganaderos, forestales, industriales, habitacionales, entre otros, y cada uno, de acuerdo a sus características, desarrolla cierta función. Por ejemplo, no todos son aptos para determinados cultivos y pueden no brindar una productividad satisfactoria; de ahí la importancia de su conocimiento porque influyen la humedad, temperatura, altura a nivel del mar y otros factores, señaló por su parte José Rodríguez Elías Acevedo, asesor titular de la Secretaría del Campo (Secampo) de Zacatecas.
Los suelos no son renovables
De acuerdo con la FAO, tan solo un centímetro de suelo puede tardar cientos o hasta miles de años en formarse, y en cambio perderse rápidamente con un viento o lluvia fuerte. Como su pérdida no se recupera ni siquiera durante el transcurso que dura una vida humana, se considera un recurso no renovable.
A nivel mundial, los suelos atraviesan una fuerte degradación que va en incremento, debido sobre todo a malas prácticas humanas como la agricultura altamente tecnificada, suelos siembra magueyque es ecológica y económicamente insustentable, comentó el biólogo José Sarukhán.
“La agricultura es el destructor más grande de los ecosistemas naturales pero a la vez es la única manera en la que podemos tener alimentos, no hay otra manera de hacerlo. La agricultura es importante, y bien hecha no necesariamente perjudica los suelos pero es preciso regularla”, señaló.
Información de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) hace referencia a que 64 por ciento de los suelos en territorio mexicano están degradados; este estudio, único hasta el momento, se realizó por medio de imágenes satelitales a través de las cuales se dividió al país en unidades homogéneas que posteriormente se visitaron para evaluar el tipo e intensidad de la degradación de los suelos. El porcentaje de degradación de cada unidad visitada se estimó visualmente, y al sumarse todas resultaron 125 millones 460 mil 475 hectáreas de suelo en degradación.
Por otra parte, datos de la última Encuesta Nacional Agropecuaria publicada en 2012 revelan una pérdida de fertilidad de los suelos de 48.6 por ciento, lo que constituye uno de los principales problemas para el desarrollo de actividades agropecuarias tradicionales más sanas y sostenibles con el ambiente.
En México, las principales tecnologías empleadas en la actividad agrícola son los fertilizantes y herbicidas químicos, con un porcentaje superior a 60, los cuales, además de generar una tierra improductiva, son contaminantes. Le sigue el uso de tractor, con 48.9 por ciento. Estos últimos, explicó el doctor Monroy Ata, destruyen la estructura del suelo porque con su labranza lo compactan y eliminan los poros; al no haber oxígeno, mueren los organismos y microorganismos propios del suelo, que a su vez lo nutren. La utilización de abonos naturales, en cambio, se ubica en 40.4 por ciento, y el empleo de semilla mejorada solo en 29.7 por ciento, según la citada encuesta.
¿Qué hacer?
De acuerdo con la doctora en Agronomía Silke Cram Heydrich, del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e integrante del SNI con el Dra Silke Cram H
Dra. Silke Cram Heydrich
nivel I, y la maestra en Ciencias Fabiola Alejandra González Páez, especialista en territorio y desarrollo rural de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio); los suelos, además de ser el medio para el crecimiento de las plantas, darnos de comer, proveer fibras y combustible, ser el hábitat de millones de organismos y microorganismos o protozoos como bacterias, hongos, insectos, ácaros, gusanos, entre muchas otras especies, son también sustento de actividades productivas.
Para las especialistas, quienes también participaron en la 5a Semana de la Diversidad Biológica, los suelos constituyen un patrimonio cultural, proveen materiales para la construcción, son fuente de recursos genéticos y farmacéuticos –la mayoría de los antibióticos provienen del suelo, solo el uno por ciento puede crecer en laboratorio–, atrapan el polvo, retienen contaminantes, regulan o mejoran el clima, purifican el aire por la captura o secuestro de dióxido de carbono (CO2), y con ello incrementan su calidad.
Adicionalmente, los suelos regulan el ciclo hidrológico; limpian y liberan al agua de contaminantes y nos protegen contra inundaciones al infiltrarla y retenerla. De acuerdo con la doctora Cotler Ávalos, para los suelos es vital contener materia orgánica porque debido a esta pueden tener una mejor infiltración y, en consecuencia, mayor capacidad para retener la humedad.
“Ante una lluvia fuerte, los suelos con materia orgánica infiltran mayor cantidad de agua que después de algunos días sí va a escurrir pero mientras la lluvia va pasando. Cuando el suelo pierde su capacidad de infiltración es cuando se presentan las inundaciones (...) De la misma manera, ante ambiente seco un suelo con materia orgánica en su interior retiene la humedad”, añadió.
En el marco del evento anteriormente citado, los especialistas recomendaron acciones muy sencillas que están a nuestro alcance para cuidar y conservar los suelos: no tirar basura y reducir su generación (reciclar, separar); no prender fuego sobre los suelos, cualquiera que este sea; elaborar composta, cuidar las plantas, reducir el uso de plaguicidas, así como producir o cultivar nuestros propios alimentos.
En cuanto a las ciudades, recomendaron respetar cualquier espacio de vegetación por pequeño que sea y evitar sellar todas las superficies; porque si bien también requerimos de los suelos para urbanizar, construir casas y caminos, en casi ninguna calle de la ciudad los árboles tienen el espacio adecuado y por eso las raíces levantan las banquetas, porque a las primeras se les limita su crecimiento que es tres veces mayor a su fronda, afirmó la doctora Cram Heydrich.
“Por supuesto se requiere la infraestructura y entonces sellar el suelo; pero es importante que exista un equilibrio para poder mantener las funciones del suelo en las ciudades. Muchas de estas han crecido sobre suelos agrícolas que se pierden y la buena agricultura, la tradicional, es necesaria. Es preciso que se contemplen espacios para generar alimentos también en las ciudades, y dejar espacios libres de cemento y construcción, Se requiere un ordenamiento al respecto”, agregó.
Por una Comisión Nacional del Suelo
El Colegio de Postgraduados (Colpos) propone la creación de la Comisión Nacional del Suelo con el objetivo de articular, integrar, coordinar y evaluar todas las acciones ilustracion suelos jose miguel flores lopez
Ilustración: José Miguel Flores López
relativas a la conservación y manejo sustentable de los suelos y el agua, comentó el ingeniero agrónomo José Rodríguez Elías Acevedo.
El especialista agregó que con ello se busca reforzar programas de capacitación, elaborar y ejecutar proyectos que den especial atención a la autosuficiencia de agua, alimentos y, sobre todo, a la protección de recursos naturales; así como regular el ganado, evitar el sobrepastoreo y reglamentar las prácticas agrícolas y forestales.
De las 200 millones de hectáreas que tiene el territorio nacional, más de 142 están en proceso de degradación física, química y biológica, lo que se refleja en el cambio climático. En palabras del asesor titular de Secampo, “los microclimas que existían en la República Mexicana han dejado de funcionar”.
Por su parte, Isabelle Barois Boullard, del Instituto de Ecología (Inecol) y miembro del SNI con el nivel I, afirmó que existe una correlación entre la superficie sellada de los suelos y las temperaturas que se miden en la ciudad.
La doctora en Ecología de Suelos hizo un llamado para que los programas y acciones gubernamentales dedicados a la conservación de los suelos se coordinen y articulen con las instituciones de educación superior y de investigación, incluyendo a organizaciones de la sociedad civil.
En ese sentido, preservar los recursos de los suelos permitiría garantizar la calidad de vida de generaciones venideras, gracias –entre otros factores– al mantenimiento de la biodiversidad, por lo que resulta fundamental concienciar sobre este tema.