Con lágrimas en los ojos al escuchar una melodía de Los Panchos, "Sin ti", platicaban los abuelitos que diariamente se reúnen a contar sus tantas experiencias de vida en la casa de asistencia "Invierno Azul", de El Quemado. Algunos han sido abandonados por sus hijos, quienes les inventan mil pretextos para no visitarlos y otros, sólo pasan los últimos días de su existencia sin sabes de dónde vienen o por qué se separaron de sus familias.
José Espíndola Quiterio, originario de Huehuetán, municipio de Azoyú, Guerrero, mencionó que él nació en 1935, cuando era presiente de la República Plutarco Elías Calles y aunque no sabe leer, ni escribir cuenta que tiene muchos sueños, "a mí me gusta cantar, siempre anhelé subirme a un gran escenario como el palacio de Bellas Artes o el teatro "Blanquita" para que miles de persona corearan mi voz y me dieran muchos aplausos".
"La canción que más me gusta es la de "seme olvidó otra vez", de Juan Gabriel, yo tengo infinidad de canciones que me gustaría cantar ante un público que me pidiera una y otra más, y aunque me falta una pierna, eso no me impediría para subirme hasta donde se pueda y manejar mi silla de ruedas por escaleras o subidas muy inclinadas, porque si puedo mostrar mi voz, ese sería uno de los regalos más impresionantes que me hayan dado a lo largo de mi vida", señaló el aficionado intérprete.
José Espíndola es pensionado y sólo va a la casa de asistencia de vez en cuando, aunque dijo que de ahora en adelante lo hará más seguido. "Como me ves te verás muchacho, por eso siempre date tiempo para velar por tus abuelos o padres, no los abandones, ya que en un futuro el que esté en un lugar como estos serás tú y sin que alguien te brinde una mano".
En tanto, una de las señoras que más llamó la atención es doña "Chayito", como le nombran de cariño, ya que ella fue encontrada en una calle, no se sabe de dónde es, ni de qué familia proviene y se rumora que fue abandonada por sus seres queridos, sin embargo, a pesar de su avanzada edad y de que padece alzheimer, siempre anda de buen humor y escucha atenta sus canciones de antaño, además de señalar que en su juventud fue muy bailarina y que a las muchachas de ahora casi no les gusta mover el bote.
Más de 20 adultos mayores son apoyados por los voluntarios de "Invierno Azul", quienes como pueden cuidan, bañan, dan de comer y apoyan en lo psicológico a los ancianos, que muchas veces entran en depresión al acordarse que sus familiares no los visitan y que probablemente han sido abandonados por aquello a los que en varias ocasiones cuidaron y se desvivieron por que tuvieran un mejor futuro.