RODOLFO VILLARREAL RÍOS

¿CUÁNDO PERDIMOS EL RUMBO?

¿CUÁNDO PERDIMOS EL RUMBO?
Periodismo
Abril 24, 2015 23:33 hrs.
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En estos días, cuando pareciera que en el país pocas son las acciones que arrojan resultados positivos, no falta quien se cuestione acerca del momento en que la nación perdió el rumbo con sentido que años atrás la llevó a tener niveles exitosos de crecimiento y desarrollo económico. Al respecto, efectuaremos un repaso histórico breve.
Para algunos, el momento de quiebre surge a finales de la década de los años sesenta cuando el modelo cerrado de sustitución de importaciones daba señales de agotamiento. En ese contexto, un grupo de ambiciosos, compuesto por políticos y otros personajes con fachada poco presentable, armaron un intento de asonada valiéndose de los estudiantes. Las protestas eran la cortina de humo que ocultaba sus intenciones verdaderas. Lo sucedido al final, en donde extrañamente no estaba ninguno de los líderes principales y futuros beneficiarios, es muy lamentable y confirma que simplemente los habían utilizado de carne de cañón. Sí, ya sabemos que esto no va con la narrativa de los políticamente correctos- usufructuarios del movimiento del 68 a cuyas expensas viven creando fantasías que encubren a los verdaderos patrocinadores de la sedición. A pesar de lo que digan los panegiristas, el susodicho movimiento jamás traspuso más allá de Cuautitlán, para parafrasear a los centralistas que aun hoy insisten en que tras las fronteras de la ciudad de México todo se asemeja a dicha población. Sin embargo, la economía siguió creciendo y el país mostraba que habría de sobreponerse a dichas dificultades.
Para otros, el rumbo se extravió en la primera mitad de los años setenta cuando el presidente Luís Echeverría Álvarez mostró un activismo inusitado y su discurso político provocaba inquietudes en la iniciativa privada. En este contexto, hay algo que pocos se atreven a mencionar pues podrían ser calificados de políticamente incorrectos, es el hecho de que Echeverría fue el primero en percatarse de que el mundo cambiaba y las economías cerradas no prevalecerían. Sin embargo, la miopía y el confort les impidió a los hombres de negocios, a quienes invitaba que lo acompañaran en sus giras internacionales, percatarse de ello y tomaban dichos viajes como recreacionales. Entonces todo eran zalamerías con el presidente, después lo acusarían de manirroto sin reparar que parte de esos gastos fueron para cubrir sus viajes. El punto de quiebre pudo haber sido cuando Echeverría no aprovechó, en 1973, el momento en que patrón oro terminó y ahí devaluar el peso, aun cuando en su descargo puede decirse que eso era entonces uno de los pendones de orgullo nacional. Claro que puede argüirse que el rumbo se extravió debido al enfrentamiento abierto entre el presidente y el sector privado, incluyendo hacia finales del sexenio la expropiación de tierras agrícolas en Sonora y por supuesto un mal manejo de la devolución del peso y la deuda pública. A pesar de lo que se diga, el rumbo no se perdió. Recordemos que bastó un discurso de su sucesor para que la esperanza renaciera.
Llegó José López Portillo con su retórica bañada en petróleo y pronto el rumbo apareció hasta el punto de que nadie se preocupaba por cómo enfrentar el futuro. Todo era el aquí y ahora. Cuando la realidad, y un pésimo manejo de la política petrolera, desnudaron a la economía, todos enfocaron sus baterías a culpar a un solo hombre que sí bien tenía una gran responsabilidad de la crisis, no era el único que había llevado las cosas hasta ese punto. Para entonces, el modelo cerrado de sustitución de importaciones era un montón de añicos y nadie estaba preparado para ver como lo sustituiría. A la par, el mundo se movía hacia una realidad nueva que nos negábamos a aceptar. Y a partir de 1982, pagaríamos las consecuencias por la falta de previsión.
A Miguel De La Madrid Hurtado, le tocó presidir las exequias de un modelo que generó crecimiento y desarrollo, al momento que buscaba como habríamos de insertarnos en el nuevo contexto internacional que se avecinaba. Nos resistíamos a entrar al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) porque nos “robaría” nuestra independencia sacrosanta, al final no se tuvo otra opción sino incorporarse, en 1986, sin estar preparados para ello. Esos fueron los años en que tuvimos que pagar un precio muy alto y entonces sí parecía que el rumbo estaba perdido.
Cuando llegó Carlos Salinas De Gortari, las expectativas renacieron. Sin embargo, como habíamos arribado tarde al proceso globalizador y no estábamos listos, todo se fue en un proceso de prueba y error. La economía se abrió y con ello vino el arrasamiento de los pequeños y medianos negocios, nos metimos al Tratado de Libre Comercio para América del Norte porque no había otra opción, pero aún quedaba pendiente la reforma estructural incluida la parte social. Entonces sobraban quienes se desvivían en elogios para “este chaparrito que si tiene hue…” ¿A poco ya se les olvidó y creerán que no hay hemerotecas que den cuenta de sus decires y acciones? No obstante lo que hoy algunos digan, el rumbo aparecía nuevamente.
Con la candidatura de Luis Donaldo Colosio Murrieta estaba asegurada la instrumentación de la parte faltante al modelo. Habrían de realizarse las reformas que permitieran hacer la transición que aprovechara lo positivo del modelo antiguo para incorporarlo a la nueva realidad. Para ello, contaba con una gran coalición de todas las corrientes políticas y un grupo de colaboradores quienes no eran los que aparecían en la campaña. Sin embargo, había algunos que no estaban dispuestos a permitir que sus canonjías se acabaran e instrumentaron los sucesos del 23 de marzo en donde, ahí sí, el rumbo se fue al carajo.
Ernesto Zedillo Ponce De León fue generador-“solventador”-administrador, esto último con gran éxito, de la crisis. Sin embargo, simplemente le importó superarla. No estaba comprometido con el proceso de instrumentar realmente los cambios necesarios. En su afán de trascender, entregó el mando a la oposición para presentarse como el gran “democratizador” sin importarle el daño que habría de causar a la nación.
A finales del año 2000, arribó a la presidencia Vicente Fox Quesada un tartufo quien nunca entendió lo que significaba la dignidad de la figura presidencial. El rumbo brilló por su ausencia y todo se le fue en ocurrencias festinadas por gacetilleros a sueldo. La imagen del país en el exterior acabó hecha polvo. La economía, se fue al caño. Su mayor motivo de orgullo era el incremento logrado en la captación de divisas que enviaban los mexicanos trabajando en los EUA, llegaron a 99.4 miles de millones de dólares durante su sexenio, quienes había huido ante la falta de opciones en el solar patrio. Los ingresos petroleros fueron mal usados y la esperanza de un futuro mejor se evaporó junto con un rumbo cierto.
Al arribar Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, a pesar de que aquello parecía imposible, las cosas empeoraron. La economía y calidad de vida alcanzaron niveles de mazmorra. La huida de mexicanos, se agudizó y de no haberse atravesado la crisis económica estadounidense de 2008-2009, la sangría no hubiera aminorado. Aun así, la captación de divisas vía remesas alcanzó en el sexenio un total de 139.1 miles de millones de dólares. A la par, la ineptitud para lograr acuerdos fue la divisa panista y durante doce años todo se pospuso.
Finalmente, con 18 años de retraso, fue factible aprobar las reformas al momento en que Enrique Peña Nieto asumió la presidencia. Sin embargo, no obstante que conceptualmente las reformas son las adecuadas, salvo la fiscal, muchas han sido las resistencias para que puedan materializarse en la práctica. En esto han influido dos factores. Uno son las resistencias de aquellos cuyos intereses se benefician con la simulación y prefieren que todo siga igual. Ante ello, no paran en patrocinar y magnificar cuanto problema se presente. Para ello cuentan con voces, plumas y apoyadores, aquí y afuera, quienes se encargan de arriar en contra. El otro elemento que ha actuado como dique son algunos funcionarios carentes de la experiencia, y otras cosas, requeridas para lograr que se marche por el camino correcto.
En nuestra opinión, el rumbo se extravió aquel 23 de marzo de 1994 y durante tres sexenios simplemente se administró y empeoró la crisis. Lo realizado a inicios de la presente administración fue lo correcto. Desafortunadamente, el Presidente Enrique Peña Nieto no cuenta con colaboradores que entiendan que para lograr los cambios es requerido algo más que buenas intenciones o que estén escritos en un papel. Íbamos a recomendarles que revisaran la historia de cómo el estadista Plutarco Elías Calles logró instaurar el nuevo estado mexicano que permitió al país crecer y desarrollarse, pero nos acordamos de que ello podría herir la susceptibilidad de algunos políticamente correctos y preferimos no hacerlo, les resultaría demasiado rudo leer aquello. vimarisch53@hotmail.com
Añadido: Doña Realidad, tan terca como es, vino a darnos la razón sobre lo que aquí escribimos en “Recordemos que la pedrada fue lanzada en ‘privado’” (eldiariodetaxco.com 28-II-2015). Además, no olvidemos, el par de hermanitos isleños recibieron su instrucción escolar en escuelas de jesuitas. RVR

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