Rodolfo Villarreal Ríos

El Papa tiene razón

El Papa tiene razón
Periodismo
Mayo 02, 2015 06:55 hrs.
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Seguramente usted, lector amable, imaginara que por fin este escribidor-pecador se ha redimido; lamentamos comunicarle que eso no ha sucedido. A lo que nos referimos es a que coincidimos con las declaraciones que hace un par de días emitiera el ciudadano argentino, Jefe del Estado Vaticano, líder de la Iglesia Católica Apostólica Romana, Vicario de Cristo, el Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio Sivori, con respecto a que no debe de existir un partido político católico. Nosotros agregaríamos ni tampoco ninguno auspiciado por cualesquier otro credo. Esto lo afirmamos porque, en nuestro país, ya hubo uno denominado Partido Católico Nacional (PCN) resultado de acciones desarrolladas durante el porfiriato, mismas que le permitieron influir en las elecciones de 1911 y participar, con éxito singular, en el proceso electoral de 1912. Esto deslumbró a sus miembros quienes acabaron aliados con el católico devoto que, según su confesor Francis P. Joyce y el embajador estadounidense Henry Lane Wilson, era Victoriano Huerta. Una vez en el mando, este sujeto traicionó a sus antiguos apoyadores. Sobre todo esto comentaremos.
A principios de 1877, el presidente José de la Cruz Porfirio Díaz Mori anunció una convivencia más cordial con la iglesia católica. Motivado, el ciudadano Gioacchino Vincenzo Raffaele Luigi Pecci, el Papa León XIII, envió una carta al oaxaqueño lamentando la interrupción en las relaciones al tiempo que solicitaba se corrigieran los “errores liberales” cometidos en el pasado. No hubo respuesta oficial, pero la iglesia y el gobierno mexicano instrumentaron un modus vivendi que les permitió trabajar sin interferirse mutuamente. Más tarde, se agregaría el desarrollo del catolicismo social establecido en la encíclica Rerum Novarum, publicada el 15 de mayo de 1891. Ahí, el Papa León XIII apoyaba los derechos de los sindicatos, rechazaba el socialismo y respaldaba la propiedad privada. No obstante las desavenencias que tuvo la iglesia con el presidente Díaz, derivadas de que los Científicos habían adquirido propiedades que en el pasado pertenecieron a la iglesia, a esta última le fue bastante bien. Entre 1874 y 1910, logró incrementar el valor de sus propiedades de cincuenta a cien millones de pesos. De haber sucedido eso en nuestros tiempos, seguramente el Papa Francisco lo hubiera desaprobado si nos atenemos a lo que declaró en el sentido de que “…al centro, el dinero. No el hombre o la mujer: no. El dinero. El dios dinero. Y después todos al servicio del dios dinero. Por eso, lo que no le sirve al dios dinero se descarta.” Aun cuando no veamos desprendimiento material sobre adquisiciones presentes o pasadas realizadas por la institución en cuestión. Entonces, como ahora parece serlo, la iglesia católica estaba preocupada por los temas sociales.
Entre 1903 y 1909, la iglesia organizó cuatro congresos nacionales católicos cuyos temas principales fueron la creación de los bancos “Raiffeiseissen” para financiar pequeños negocios, los problemas indígenas, las actividades de carácter social y medidas para generar empleos, así como la creación de sindicatos de trabajadores católicos. En esos años, el sacerdote jesuita de origen francés, Bernard Bergoend, atendiendo a un llamado de católicos de Guadalajara, desarrolló un proyecto para crear una organización católica política-social cuyo objetivo sería combatir la injusticia y la pobreza. Los católicos consideraban que solamente mediante la actividad política seria factible revertir dichas condiciones. Al respecto, la jerarquía católica estimó que había que esperar antes de entrar abiertamente a la arena política, algo que no les impidió apoyar a Díaz en su reelección de 1910. Sin embargo, al complicarse la situación, reconsideraron su posición.
Con la Revolución Mexicana oficialmente en marcha, el 3 de mayo de 1911, días antes de que el presidente Díaz Mori renunciara y se embarcara en el Ypiranga, quienes dirigían el Círculo Católico, crearon el Partido Católico Nacional (PCN). Sus directivos eran: presidente Gabriel Fernández Somellera; primer y segundo vicepresidentes Emmanuel García Armora y Manuel De La Hoz; Luis García Pimentel seria el tesorero; Carlos Díez de Sollano el secretario; Rafael Martínez Del Campo, primer prosecretario; y Francisco De Pascual García, segundo prosecretario Otros fundadores fueron Francisco Barrera Lavalle, Victoriano Agüeros, Ángel Ortiz Monasterio, Miguel Palomar y Vizcarra, Luis B. De La Mora, Francisco Traslosheros, Francisco Elguero y Trinidad Santos. El objetivo era defender a la Iglesia y demandaban una reforma por medio de la legalidad, sobre la base constitucional de la libertad religiosa. Planteaban encontrar soluciones de acuerdo a la cristiandad para los problemas agrícolas, industriales y laborales. Eran partidarios de la libertad de enseñanza, el voto libre, la no reelección a todos los niveles y la permanencia a perpetuidad para quienes resultaran electos al poder judicial.
Tras de la partida de Díaz Mori, el presidente interino Francisco León De La Barra convocó a elecciones. Francisco Ygnacio Madero González, se presentó como aspirante por el Partido Constitucional Progresista. El PCN mostró reservas, pero recomendó que se incluyera en la boleta como candidato a vicepresidente a León De La Barra, lo cual fue rechazado por Madero. A pesar de ello, el 19 de agosto de 1911, el PCN apoyó la candidatura del coahuilense quien, al aceptarlo, prometió respetar los derechos y libertades de los católicos y no interferir con las actividades específicas del Legislativo. Madero obtuvo una victoria abrumadora en Octubre de 1911. Sin embargo, una vez al frente del ejecutivo, sus acciones generaron desilusión en algunos miembros del PCN quienes empezaron a atacarlo. A pesar de las críticas, Madero no implantó ninguna medida en contra de la libertad religiosa o trató de suprimir la participación de los católicos en la política
En 1912, Madero convocó a elecciones y los resultados pudieran parecer sorprendentes, pero no lo eran si recordamos que entonces el 99 por ciento de la población profesaba la religión católica. Bajo las siglas del PCN, se presentaron cinco candidatos a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, 19 para el Senado y 139 para la Cámara de Diputados. De estos, cuatro obtuvieron la victoria para ocupar escaños senatoriales y 29 en la Cámara Baja. Cuatro fueron las gobernaturas en las que lograron mayoría los candidatos del PCN, Querétaro (Carlos E. Loyola); Jalisco (José López Portillo y Rojas, el abuelo de quien usted piensa); Estado de México (Francisco León De La Barra) y Zacatecas (Rafael Ceniceros y Villarreal, sin ningún parentesco con este escribidor), mientras argüían haber sido despojados de la victoria en Chiapas, Puebla y Michoacán. En el ámbito municipal, el PCN registró triunfos en la mayoría de los municipios de Jalisco y Estado de México, 26 en Michoacán, algunos en Chiapas, así como los ayuntamientos de León, Irapuato y las capitales de Aguascalientes, Oaxaca, Puebla, Querétaro y Veracruz. Fiel a su naturaleza democrática, Madero aceptó los resultados. Para el PCN aquello representaba una oportunidad y plenos de ambición, ellos y sus patrocinadores, creyeron que el momento de retornar a los viejos tiempos había llegado.
Se aliaron con Victoriano Huerta y tras bambalinas apoyaron el golpe de estado que terminaría con la vida de Madero González y el vicepresidente Pino Suárez. El 23 de febrero de 1913, un día después del asesinato, ninguno de los periódicos católicos criticó el hecho, mientras que las campanas de los templos repicaban de júbilo. De acuerdo a algunos historiadores, detrás de tal actitud había monedas constantes y sonantes que almas pías habían hecho llegar a Huerta. Aunque algunos partidarios de los católicos arguyen que eso no sucedió, dos miembros del PCN, León De la Barra y Federico Gamboa (el autor de Santa) ocuparon cargos en el gobierno del felón quien fiel a su ralea acabaría traicionándolos y persiguiendo a los miembros del PCN. Ahí se detuvieron los sueños de poder político del PCN, aun cuando más tarde varios de sus miembros estarían detrás de la llamada Cristada aquella revuelta inútil que costó la vida a cerca de cien mil mexicanos.
Tiene razón el Papa Francisco, ‘…un partido solo de los católicos: no sirve…” A lo cual nosotros añadiríamos, ni de ningún otro credo. La teocracia solamente genera enconos y fanatismos. Por supuesto que coincidimos con él cuando dice: “Pero, ¿un católico puede hacer política? ¡Debe! Pero, ¿un católico puede involucrarse en política? ¡Debe!” Lo que no debe de hacer nadie es utilizar la religión para encubrir intensiones bastardas y llevar a los pueblos a enfrentamientos bajo la excusa de buscar el bien común cuando en realidad lo que buscan es instaurar una teocracia. En México, ya tuvimos esa experiencia y nos costó muy caro.vimarisch53@hotmail.com
Añadido: ¿Pero qué necesidad de manchar el historial? El “Santón” convertido en panegirista del “Mesías.” ¿Habrá sido porque ambos responden a un mismo hilo delgado? RVR

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