Gajes del oficio periodístico

Mientras los gobiernos federal, estatal y municipal simulan respetar la Libertad de Expresión, los elementos policíacos llámense como se llamen endurecen su actitud contra la prensa que busca dar cobertura total a lo que acontece en el cementerio llamado Guerrero.
Lo que le sucede a cada periodista en su labor son gajes del oficio, dicen los boletineros y oficialistas que están pegados a la ubre, mientras otros dicen “ellos se lo andan buscando”. Este espacio no pretende criticar ninguna de las actitudes de ninguno de los comunicadores porque cada uno se gana la vida como puede porque las empresas periodísticas pagan una miseria. Diría uno de los viejos periodistas en Guerrero y en México el periodismo ha evolucionado tanto que ya hay hasta “prostiperiodistas” en alusión a los serviles al gobierno.
No somos nosotros los comunicadores quienes queremos hacer las cosas, las cosas ya están hechas y lo único que hacemos es darle cobertura porque la sociedad así lo exige y los gobiernos deben saber que el sol ya no se puede tapar con un dedo.
Se preguntarán porqué hago uso de la agresividad en el comentario. La respuesta será clara, contundente. “no es una simpleza ir a hacer cobertura y te pongan el cañón en la cara; tampoco es una simpleza ir al lugar de los hechos caminando tres o cuatro horas o simplemente media hora hasta donde está la noticia y te encuentres con que no puedes hacer ni siquiera una imagen porque la ley se aplica contra ti cuando quien la aplica debe hacerlo con los delincuentes y no contra los periodistas.
Pero la orden es precisa, concreta. Los periodistas no pueden pasar al lugar del crimen. Los periodistas son unos estorbos. ¿Para quién? Si todo el lugar está contaminado por la fauna, por los paso de los propios policías o por las lujosas camionetas que usa la Policía Federal. Argumento ridículo a un hecho que ya pasó y que así como los peritos o los periodistas van por solo el registro de hechos, estos hechos no pasarán de ahí. Ocho columnas y ni serán investigados porque en México no pasa nada.
Son las 12:10 tiempo de México. Tres reporteros, un auto. Tres cámaras, un hecho. Zumpango de Neri el pueblo.
El punto es Colonia Virgen de Juquila. Un paraje con follaje ubicado en un cerro del municipio de Zumpango. Los tres periodistas enfilan caminando al punto porque el pequeño auto ya no subió la brecha.
Unos 500 metros después, sobre la brecha, el punto ya mencionado. Es el lugar donde se supone y se informó (no fue un invento ni descubrimiento de los reporteros) que había fosas. Al lugar ya hay decenas de Policías Federales, Peritos y Ministerio Público del Fuero Federal pisando las huellas o indicios del delito porque si el argumento es que se contaminaba la escena del crimen.
Los reporteros ni siquiera habían llegado hasta el lugar cuando fueron encarados por un fuerte grupo de elementos policiacos.
Agresivos a más no poder. “no pueden estar aquí, la orden que tenemos es que no podemos dejar pasar a nadie porque contaminan el lugar” es el argumento de que parece ser el jefe.
La respuesta de los reporteros fue: “Ok, no hay problema, nos retiramos” apenas levantamos las cámaras para hacer testimonio cuando uno de los elementos se abalanzó sobre José Antonio Molina, joven fotógrafo de la Agencia de Investigación Periodística mientras era observado por José de Jesús López, joven camarógrafo de canal 10 mientras quien escribe forcejeaba con otro oficial. ¿Era necesario? Es la pregunta de quien redacta cuando ellos (los policías) traen armas largas y cortas por lo que sería una lucha desigual por donde se mire.
El oficial que a empellones llevaba a Molina de la Cruz, le quitaba la gorra y con la gorra le golpeaba la cara diciéndole, “No me mires pendejo, con nosotros no van a estar jugando hijos de su puta madre´”.
Y le repetía: “¿Quieres ver que si puedo quitártela hijo de tu puta madre?”.
Al mismo tiempo lo mismo sucedía con los demás. La agresión se sale de control cuando ya al retirarnos del lugar escoltados por una patrulla gritaban palabras altisonantes hasta que arribamos al vehículo en el que nos trasladamos. “Bájese del vehículo, lo vamos a revisar porque seguro que algo encontramos”. Una revisión minuciosa, un hostigamiento constante con las armas de cargo, tratados como delincuentes o peor aún. Obligados a salir totalmente de la zona.
Hablamos de violencia contra la prensa cuando apenas en celebraciones del 4 de enero de 2016, funcionarios festejaban con bombo y platillo a los periodistas en su día y que decían que son respetuosos de la Libertad de Expresión. A unos cuantos días y ya se da la primera confrontación.
Rafael Lomelí, Comisario de la Policía Federal, lanzó un comunicado hace algunos minutos donde refería el caso de que pretendíamos entrar a la fuerza. Entrar a la fuerza? Los reporteros que dice estaban a 500 metros retenidos por la Policía Federal.
La burda declaración en un boletín deja en claro que para la federación en la agenda no está hacer su trabajo. Lomelí como muchos funcionarios lo único que hacen es hacer declaraciones atrás de un escritorio y no saben de los problemas que suceden afuera.
Desde el espacio. Cabe destacar que sea cual sea el delito, siempre habrá prensa. Y si sus jefes dicen respetar la Libertad de Expresión es lo mínimo que ellos como empleados deben hacer. Aclaramos que no queremos entrar en conflicto con ninguna corporación, pero creemos que lo mínimo que pueden hacer las corporaciones policiacas es dar las mínimas garantías y respeto al ejercicio periodístico porque debemos decirles que quienes tenemos una pluma, tenemos una cámara no somos sus enemigos.
Pero con estas líneas dejamos en claro y responsabilizamos a esos elementos de lo que nos pueda suceder en lo personal o a nuestras familias porque si son gajes del oficio o riesgos del oficio más noble del mundo, nosotros asumimos nuestra responsabilidad, y exigimos respeto y las mínimas garantías para nuestra labor. Es todo.