Por Jorge VALDEZ REYCEN
Crónica
• Consternación y tristeza ante el atentado contra candidato del PRI en Chilapa
• Astudillo y René Juárez son avisados durante el encuentro con jubilados en CIA
• “Vamos a ganar, pero no pagando el costo que nos quieren imponer”: Guzmán
Por Jorge VALDEZ REYCEN
Héctor Astudillo no ocultó su pesar. Visiblemente consternado, en pleno evento de proselitismo con jubilados y pensionados en Acapulco, fue avisado del atentado fatal en contra del candidato a la alcaldía de Chilapa, Ulises Fabián Quiroz.
El senador René Juárez Cisneros estaba igual de consternado. Astudillo y René se separaron por unos minutos y recibieron llamadas a sus celulares. Eran las 17.38 horas. Escasos minutos después de confirmarse la noticia malhadada que enluta al priísmo guerrerense.
César Camacho Quiroz, dirigente nacional, desde la ciudad de México extiende sus condolencias vía twitter. Astudillo no suspende actividades, continúan al ritmo frenético de cuatro, cinco eventos al día. Primero fue en Chilpancingo, siguió en Acapulco, pese a la hornaza de un sofocante bochorno.
David Guzmán Maldonado sintetiza con una frase lapidaria, quemante, el sentir generalizado de quienes buscan el voto por la coalición PRI-Verde: “Sí, vamos a ganar, pero no pagando el costo que nos quieren imponer”. Y con voz entrecortada, añade: “No se vale lo que hicieron”.
Astudillo se reserva. René igual.
Lupita Gómez Maganda está visiblemente en shock. Hay rostros compungidos, graves, con el dolor dibujado.
Son las siete de la noche y en la plaza Marbella, junto al lago de materia fecal estancado junto al hotel Emporio y a unos metros del emblemático monumento a la Diana Cazadora, Astudillo alza la voz para reprobar “esta vergüenza de inmundicia” ante parianeros, tatuadores, masajistas, trenzadoras, meseros y demás prestadores de servicios turísticos en la playa que se quejan de “discriminación, empleos mal pagados, y abandono de las autoridades ‘de izquierda’ que nos abandonaron de los programas de empleo temporal y demás mentiras”, dijo José Luis Ávila Velázquez.
“No hay de otra –dice Astudillo resuelto--: necesitamos acabar con este foco de infección, que es una vergüenza. Necesitamos más turismo, más empleo, educación, en suma: necesitamos un gobierno de orden y paz”.
Por la mañana, en Chilpancingo, Astudillo desayunó con decenas de familias chilpancinguenses. Recibió el cariño de sus paisanos del barrio de San Francisco. Contó anécdotas de su noviazgo “con una niña a la que veía desde la banqueta de la tienda Purina, frente a la antigua terminal de la “Flecha Roja” cuando pasaba caminando. Esa niña, después se convirtió en mi esposa, Merce”.
Primero de mayo que inició con alegría, entusiasmo, ánimo de triunfo, se opacó por la tarde con la noticia cargada de ignominia, impotencia y miedo. Otra vez, el rostro de la violencia, enluta lo que es una fiesta cívica de los guerrerenses.
Violencia desatada, incontrolable, inútil, desgarradora, retrógrada y salvaje.
A Guerrero le urge ya, el orden y la paz.
Es un clamor que nadie lo parará, ni con este mensaje bárbaro, criminal y bestial.
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