Ruega por nosotros


En las posadas de antaño, se recitaban una serie de versos para recordar el sufrir de una familia cuya madre parturienta se vio en la obligación de peregrinar

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Ruega por nosotros
Periodismo
Diciembre 21, 2015 17:19 hrs.
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Lilia Cisneros Luján › diarioalmomento.com

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Una colorada (vale más que cien descoloridas) A los gobernantes de los Estados Unidos mexicanos, les podemos señalar el gran pecado de haber abandonado a su primer amor que, en términos de civismo, es México; pues más allá del partido, la doctrina que les mueve o el discurso prefabricado por algún escribano dedicado a hacer piezas retóricas, su tarea primordial debiera consistir en servir, o sea, ocuparse de las necesidades del pueblo, respetar los derechos humanos de cada cual, proveer vida abundante para todos y hacer justicia cuando los ciudadanos se enfrentan entre sí o con otros humanos de naciones diferentes.
Cuando los aspectos religiosos, estaban contenidos por la sabiduría de “dar al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios”, interpretada por los liberales reformadores mexicanos como la separación de la iglesia y el Estado, en la escuela se imbuían valores, los partidos enseñaban a sus afiliados –principalmente los jóvenes- cuáles eran las responsabilidades de quien asumía algún cargo público y en respeto al credo de cada quien, la iglesia –básicamente la católica- mantenía vivas algunas costumbres que por sí o por no, servían como librito para el aprendizaje de algunas reglas.
En las posadas de antaño, se recitaban una serie de versos para recordar el sufrir de una familia cuya madre parturienta se vio en la obligación de peregrinar –sin metro, tren eléctrico, camión de dos piezas o micro- para atender una responsabilidad dictada por el César. En algunas casas por debajo de la clase media en México se mantiene la celebración de las posadas ¡Claro! sin cargar los peregrinos y mucho menos rezar una letanía de anhelos que se encomendaban a la “Madre del buen consejo, la virgen poderosa, el trono de la sabiduría, la casa de oro, la Reina de los Ángeles o el cordero de dios que quita el pecado del mundo”.
Hoy en pleno siglo XXI, cuando ser creyente es algo casi vergonzoso, la aceptación de la homosexualidad es forzada, el ateísmo pontificado, la corrupción asumida por los que dan y los que reciben y el éxito se equipara al Tener más que en el Ser; hasta las iglesias[1] admiten en su seno a mentirosos, adúlteros, defraudadores, traidores –al socio, al amigo, o la Patria- desleales, tibios[2], cínicos, incompetentes ¡vamos! Sinvergüenzas.
No hace falta más que recorrer con la vista las calles de la ciudad capital de la república, para entender lo que hace falta, y pedirle no a la “madre sin mancha” sino al responsable de la PAOT, que nos libere de los decibeles por encima de la norma emitidos por los fiesteros de “las posadas modernas” que evite la deforestación no solo de zonas reservadas cuyas invasiones son hechas con la complicad de delgados o grupos de porros mal llamados vecinales.
Podríamos rogar no a la “virgen digna de veneración” sino al señor jefe de gobierno, que se acicale menos y ordene a su dirección obras el relleno de baches de calles primarias, y a los delegados que lo hagan lo propio en vías secundarias.
¿Qué le diría la “madre del Buen consejo” a los asambleístas ganadores de la lotería en el tema de no convertir la vía pública en su negocio particular? ¿Podría la “Reina de la Paz” evitar que el tiempo de los legisladores –sobre todo perredistas y morenistas- se gaste en contiendas que en nada benefician a sus representados? ¿Cómo funcionarían los entresijos burocráticos del IFAI, la PROFECO, todas las procuradurías y ventanillas únicas, si en vez de oficios y largas filas simplemente pidiéramos piedad al “cordero de dios que quita los pecados del mundo”?
En esta propuesta –que no será seguida por un recibo de honorarios a algún funcionario sin brújula- todavía podemos en las próximas dos posadas: primero entender que el “ora por nosotros” –ora pro nobis- no esta considerado por ningún diccionario dentro del “órale mi cuate”. Seguidamente quizá podemos, antes de ingerir alcohol en exceso y poner la música por encima de los 90 decibeles, corear peticiones como:
- Que no caiga mi auto en un bache: Miserere nobis;
- Que no se metan a mi casa los ladrones, Kirie eleison;
- Que a los delincuentes los castiguen en la cárcel; Trono de la sabiduría;
- Que a todos los corruptos les de cuando menos un torzón; Refugio de los pecadores;
- Que no me roben los comerciantes si salgo de vacaciones: Christe audinos;
- Que mi seguro de gastos médicos no me la haga de tos: Virgen piadosa;
- Que no me vendan alcohol adulterado; madre del buen consejo;
- Que el franelero no raye mi coche ni me fuerce a pagar un servicio no solicitado;
- Que no me de EPOC, ni me enferme del riñón por respirar mugre;
- Que la invención de la secretaría de la cultura no sea para tapar las corruptelas de CONACULTA en época de la señora Saizar
Y todo lo que se le ocurra, enlístelo sáquele copias y dele a sus invitados una velita, la lista de sus peticiones e indique a los que comulguen con usted que, después de cada petición, invoquen a la virgen: “poderosa, clementísima, fiel, espejo de justicia, vaso espiritual o torres de marfil”; y si le queda algo de ánimo después del abucheo de sus mundanos camaradas, quizá se sienta con la fuerza de quebrar una piñata imaginado que a quien le pega no es el diablo sino el jefe de gobierno, el gobernador, su delegado o presidente municipal, el (la) actual representante del partido al cual usted se afilió, con Fe esperanza y caridad, cuando su ciudad no estaba tan lejana del paraíso.
Si nada de esto le funciona, en la intimidad del Yo, repase lo que la historia le dice del porqué de la Navidad y goce, si así lo decide, del cumpleaños de su redentor. ¡Feliz Navidad!


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[1] “Apocalipsis” capítulos 2 y 3 a las iglesias de oriente: Efeso, Esmirna, Pérghamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodisea
[2] Apocalipsis 3: 14 al 22

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