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Sarcasmos 300

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Entretenimiento
Enero 22, 2016 09:07 hrs.
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Guillermo Farber › diarioalmomento.com

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Un negro en la nieve es un blanco perfecto. / Hace tanto frío en la calle que acabo de ver a un cholo subiéndose los pantalones. / Hay cuatro niveles de mentiras: las pequeñas, las grandes, las gigantescas, y el Inegi. / La gente odia la verdad; por fortuna, a la verdad le da igual. / Hay tres clases de economistas: los que saben contar y los que no.

MEDITACIÓN

Método de entrenamiento. Si te sientas y sencillamente te observas a ti mismo verás lo inquieta que está tu mente. Cuando intentes tranquilizarla, la situación sólo se pondrá peor. Si al cabo de algún tiempo lo logras, se abrirán ante ti las cosas más sutiles. Tu intuición se hará más aguda, tu visión será más clara y serás consciente de ti mismo en el tiempo, en este momento específico, aquí y ahora. Tus pensamientos se harán más lentos, tu conciencia se ampliará y verás muchísimo más allá de lo que veías antes.

Así describió Steve Jobs, poco antes de morir, los efectos de la meditación. Le dijo a su biógrafo Isaacson que hacía varios años que practicaba la meditación. Testigo de esto fue el periodista y escritor Jeffrey James con quien Jobs ya a inicios de la década de 1990 discutía acerca de la relación entre la filosofía zen y la programación de computadoras.

Ese tiempo fue algo exótico, asegura James, aun así fue un momento crucial en la vida de Jobs. Hoy el efecto positivo de la meditación ya ha sido comprobado por la neurociencia y gigantes de la talla de Google, General Mills, Target y Ford tienen cursos especiales para enseñarles a sus empleados el mismo tipo de meditación que Jobs descubrió hace ya más de una década. A juzgar por lo que Isaacson deja entrever en su cita, la meditación que Jobs practicaba era muy parecida a la que el maestro Yang Jin Ming le enseñara a James (el periodista y escritor). Se trata de lo siguiente:

Paso 1: Siéntate en la pose de flor de loto en un lugar apartado y silencioso. Intenta hacerlo sobre una almohada plana para evitar la tensión en la espalda. Empieza a respirar profundamente.

Paso 2: Cierra los ojos y escucha los pensamientos que vienen a tu mente: el trabajo, la casa, el televisor... Todo esto no es más que un banal parloteo de tu así llamada “mente de mono“. No intentes detenerlo, al menos no ahora. Limítate a observar cómo tu mente pasa de un pensamiento a otro. Repite este ejercicio 5 minutos al día durante una semana.

Paso 3: Sin intentar amainar o contener el curso de tus pensamientos, intenta dirigir tu atención a tu ”Mente de buey“, es decir, a la parte de tu mente que piensa con tranquilidad y despacio. La “mente de buey” sólo observa el mundo que la rodea. No lo juzga, no busca encontrar el significado, sólo ve, escucha y siente. La mayoría de la gente ni sospecha de su existencia aunque a alguien puede revelársele en un momento de tribulación, cuando la ”mente de mono“ se ve obligada a callar. Incluso mientras estamos completamente a merced de nuestra ”mente de mono“, de sus órdenes (“pronto”, “hazlo“) y sus sobresaltos, la ”mente de buey” sigue su silencioso, paciente y minucioso trabajo.

Paso 4: A medida que empieces a ser consciente de tu “mente de buey” pídele que detenga de a pocos el ir y venir de la ”mente de mono“. A Jeffrey James, por ejemplo, le ayudaba la siguiente técnica: imaginaba a un buey que iba tranquilamente por un camino y el mono, como hechizado, se quedaba dormido. No te sientas mal si de vez en cuando el mono en tu mente se despierta, los monos son así. Descubrirás que cada vez con mayor frecuencia el mono descansará en vez de saltar errante por tu mente.

(Termino mañana con los pasos 5 y 6.)



gfarberb@gmail.com

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