Noé Mondragón Norato

Tres ediles y su violencia

Tres ediles y su violencia
Periodismo
Enero 15, 2016 09:09 hrs.
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Los alcaldes son el primer círculo de ataque de la delincuencia organizada. Por su natural proximidad territorial. Por eso, en las últimas semanas al menos tres de ellos han sido de algún modo, atacados del delito. Otros le quieren atizar a la polémica victimizándose frente a esta amenaza. Pero lo curioso del asunto es que a pesar de todo, los ediles siguen despachando en sus respectivos municipios. Es cuestión de ubicarlos para entender los grados de la descomposición social que inicia justamente, en las demarcaciones municipales.
EDILES: POLÉMICA Y AMENAZA.- Por el manejo de millonarios presupuestos, muchos ediles no pueden escapar a las amenazas del crimen organizado. Otros, le juegan a la frivolidad a fin de acaparar los reflectores mediáticos. Es cuestión de ubicarlos. 1.- En los inicios de diciembre pasado, el edil perredista de Pungarabato, Ambrosio Soto Duarte, denunció amenazas y extorsiones de una célula delictiva que opera impunemente en los municipios de Ciudad Altamirano, Tlalchapa y Cutzamala, en la región Tierra Caliente. De hecho, le puso su renuncia a la dirigencia nacional del PRD, si lo le daban garantías para seguir gobernando dicho municipio. Entonces, la tribu los chuchos de Nueva Izquierda (NI), presionó con insistencia al presidente Peña Nieto. Y como respuesta a la queja de dicho edil y gracias a los acuerdos políticos inconfesables entre los chuchos y el presidente del país, la federación y el estado relanzaron el operativo Tierra Caliente. La seguridad personal del edil se reforzó. Y la región se llenó de policías federales. Una gran alharaca cundió en los medios de comunicación. Se posaron con insistencia en el gobernador Héctor Astudillo y en el presidente del país. Pero hasta hoy, los resultados en materia de seguridad son nulos. El edil Soto Duarte abandonó los reflectores. Pero la violencia en Tierra Caliente no cesa. 2.- El edil de Chilpancingo, el priísta Marco Antonio Leyva Mena, acaba de presentar su denuncia ante la PGR por presumibles amenazas a su familia, por parte del crimen organizado. Al igual que el edil de Pungarabato, habló de extorsiones. Pero falló en el método. Es decir, debió primero, consultar con el gobernador de su partido, Héctor Astudillo, qué era lo procedente al respecto. Gestionar el apoyo político, que era el verdaderamente importante y fundamental. Así como lo hizo el edil calentano. Pero optó por irse por la libre. Actuó por su cuenta. Como si se tratara de un ciudadano común. Lo cual revela una sola cosa: su visible ausencia de oficio político. Porque hasta hoy, ningún edil de la capital ha denunciado amenazas en su contra ante la PGR. Así, Marco Leyva se percibió frívolo y apolítico. Muy proclive a no salirse de los reflectores mediáticos. Pero de los malos. 3.- Muy cerca de Cuautla, en el vecino estado de Morelos, el edil priísta del municipio de Olinalá –ubicado en la región de la Montaña-, Saúl Apreza Patrón, padeció un secuestro express. El evento trató de pasar desapercibido. Pero fue imposible. Porque se trata del hermano del actual secretario de Finanzas, Héctor Apreza Patrón. De hecho, se desconoce el monto que se pagó por el rescate. Pero Saúl fue liberado casi de inmediato. Se entiende que hubo ahí, una rápida y efectiva negociación política. Y por supuesto, financiera. El punto que causa prurito es si en aras de cubrir dicho rescate, el actual titular de las finanzas estatales tuvo que recurrir a un “préstamo” de los dineros públicos que maneja. Es algo que está obligado a despejar el propio gobernador Héctor Astudillo. Para que las dudas no se conviertan en certezas. Morbosa, cierta y hasta simulada, la delincuencia organizada trepa incansable, hasta los distintos ediles. Las pruebas al respecto, son irrefutables.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El edil perredista de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, se queja de que el ex edil Luis Walton Aburto, “no lo deja gobernar”. Con ello, aceptó su propia incompetencia y la propia debilidad de su administración. Porque si está gobernando bien, no tendría razón para quejarse. Pero como lo está haciendo mal, lo más fácil es que endose y comparta culpas de esa mala gestión que preside. Evodio está obligado a generar resultados como alcalde, no a subirse estérilmente al ring político.

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